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Mostrando entradas de diciembre, 2012

El mensaje de las ninfas

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La melodía que resuena en el cosmos La carretera estaba oscura y en el techo se veían diez mil estrellas. La octava luna en cuatro menguante parecía un hilo curvo que cedía todo el protagonismo a sus hermanas del cielo. El velocímetro pisaba el número cien y los árboles del costado armaban un puente de sucesivas hojas negras. El camino era recto y las líneas discontinuas de la ruta acusaban ninguna curva cerca. El viaje llevaba varias horas y la noche estaba plena. Abel estaba cansado. Con entusiasmo inyectaba su voluntad pero los párpados le pesaban y la tentación de mirar hacia atrás para recostarse, se enardecía cuanto más pasaban los kilómetros. Fue así que decidió estacionar al costado y descansar hasta el amanecer. En el medio de su sueño unas criaturas etéreas y para cualquiera, imaginarias, se hicieron milímetros y entraron en su auto. Lo abrieron y lentamente lo elevaron para sacarlo por la ventana. Él estaba tan sedado que no sintió la mínima brisa. Eran

Sobre la paciencia

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Familia, amigos, trabajo, pareja; relaciones personales y vínculos afectivos. En todos los ámbitos se pone en práctica la paciencia, en la conciencia de saber que cada uno tiene su propio proceso y tiempos subjetivos para asimilar una situación, abrir la cabeza, entender o perdonar. La paciencia es el límite que se corre, el elástico que se estira, la calza que se amolda, el amortiguador que repara el golpe. Ella se erige entre el orgullo y el amor propio. Se mezcla con la necesidad de medirla según el ambiente y su nivel de calma depende del corrimiento que haya entre la capacidad de soportar y el derrape ante el propio ofuscamiento. La paciencia es el ejercicio de repensar situaciones y evaluar el mérito de tolerancia ante lo que sucede en frente. Templanza versus temperamento; reacción sanguínea contra las cuentas hasta cien. Una práctica que se perfecciona y nos perfecciona cuando crecemos con ella. La comprensión de la no espera fortifica la paciencia y escribe en

Te conozco de otra vida

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Cuento de feliz cumpleaños Hacía décadas su estirpe era parte de un conflicto de lanzas, flechas y catapultas para defender y extender los límites de su territorio. Era hija del gran Sapor II y su reina Esther Bendahan, gobernantes del Imperio Sasánida de Persia en el año 363. Se llamaba Aridaí, que en el occidente significa “bello amanecer” y era la tercera princesa del reino; la del medio entre dos hermanos. Se caracterizaba por su personalidad intensa y desaprensiva. Era indiferente y amorosa por igual. Adoraba el color azul y cuando caminaba al aire libre se mezclaba con el cielo. Su padre era una potencia enorme. Durante años ocupó el trono y construyó una fortaleza de diversidad. Tan inmensos fueron los territorios conquistados, que sus fronteras se recordaron por la heterogeneidad de costumbres y culturas que hubo en ellas; formas de vidas constantemente diferentes e imposibles de unificar. El imperio sasánido del rey de Persia, fue la esencia de cada pueblo en la