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Mostrando entradas de junio, 2014

Ver el tigre

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Lo más extremo que se nos presenta cuando pensamos en la desgracia es la muerte -y me refiero sólo a la que ocurre en orden natural- la otra no tiene nombre. El miedo y el dolor que despierta desde una perspectiva si se quiere “intelectualizada”, son producto del ego que dice que con ella, la existencia desaparece y los cordones umbilicales del camino se desvanecen en el agujero de la nada.   También se puede pensar que lo anterior no es real y que cuando   el momento llega, la Esencia de la persona emprende un viaje indefinido por los confines del universo. Interpretado de esa manera hasta parece un suceso interesante .   Entonces allí en estrellas lejanas, la esperarían aventuras inimaginables para este terreno; repasos y balanzas, plumas y pesos, supernovas en canal directo . Flotaría en el Absoluto donde el tiempo desaparecería y la velocidad de sus no formas superaría la concepción mundana, mientras los pensamientos se desplazarían en la sincronicidad eterna del

Camino a Roma

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En situaciones límite la persona descubre su esencia y su auténtico potencial . En esos momentos reflota lo bueno y lo malo que tiene adentro. Y con toda la verdad afuera, en medio de ese remolino de contradicción, florece su mejor versión. Porque las historias más tristes de la vida son también renacimientos . Su nobleza obliga a dejarse ser en la curiosidad y revelar así pasiones nuevas para redefinir con ellas sentires y conceptos. De ahí la infinidad de palabras y pensamientos que hay por descubrir ; las racionalidades más diversas para indagar en los miles de versos escritos durante miles de años que llevan al mismo lugar. Hacia el espacio que se unifica entre vos, yo, el hermano del siglo pasado y la hija que voy a tener mañana. El paradójico destino individual y compartido; indefinido, sabido al fin . Juli Biurrún

Ser

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Me movía como una rana. Flexionaba y estiraba brazos y piernas al mismo tiempo. Mientras avanzaba dejaba una estela de ondas con el contorno de mi cuerpo. La energía de ese movimiento se repetía más allá de mi, se reproducía a mi alrededor. Se fundía con ese alrededor. Con esos movimientos yo era en el alrededor. En el aire se repetía el efecto. Con los mismos movimientos podía volar, volar en estado horizontal. Podía moverme con igual facilidad en los ambientes. Yo era en los estados , en el aire, en el agua, en el azul. Todo ese movimiento que se expande habita en mi, mora en mi cuerpo. Desde siempre viene conmigo. Desde hace tanto tiempo que no lo recuerdo. El se reinyectó aquí en esa explosión que fue mi fecundación. Y se reproduce como eco cada vez que me muevo. No necesito nada. Esa magia vive en mi. La escucho, percibo sus ondas en el aire. La siento, como siento el placer en lugares que no veo . Como siento a mis ovarios cuando se estrujan entre relámpagos que a

Él es Luno

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Este gatito es especial, como todos. No es porque sea negro y mágico, ni dócil y compañero. Ni mucho menos porque sea hermoso. Su historia se remonta al año 1994 cuando iba a cuarto grado. Los que me conocen saben que siempre fui amante de los animales. Por lo menos desde que tuve la libertad para ir sola a la plaza del barrio y encariñarme en una tarde con un perro que anduviera solo por ahí. Así pasaron por casa las perritas Sorpresa, Solita; llegó el gato Abrojito y después Samantha. Ella fue mamá de Samantico, el único sobreviviente de una cría de cinco hermanos de los que tres nacieron prematuros y el último fue muerto después de nacer; estimamos que por aplastamiento y asfixia de su madre que lo parió cinco horas más tarde dentro de un cajón, mientras todos dormíamos. Samantico fue una edición especial de felino. Todas las mañanas me seguía cuando caminaba al colegio que quedaba a unas cuadras de casa. Era un clásico volver para llevarlo porque tenía miedo de que s

Magia II

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Tuve un sueño. Estaba vestida de blanco y dibujaba con mis dedos el número ocho mientras flotaba horizontal. Ahora que lo pienso ese es también el símbolo del infinito. Era tan real que sentía entre mis nervios la templada adrenalina del océano. En mi sueño todo era posible y me movía sobre la cresta de una ola entre miles de luminas que brillaban sobre mí. Eran hadas y sílfides del aire que bailaban en espiral con los brazos abiertos y sus pechos mirando al cielo. En mi sueño todo era de color blanco mágico y no sentía miedo por nada. Ni de las criaturas que se escondían en el fondo negro del mar, ni de las arpías que se disfrazaban de mujer sensual. No preocupaban los obstáculos ni la muerte y tampoco me asustaban los precipicios o los volcanes en erupción. Y fue un sentimiento real, mágico, palpable para mi corazón que no tiene vergüenza de latir en lo que parece fantasía. Caballo corazón que galopa con energía inagotable. Juliana Biurrún.

Magia I

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¿Qué es lo primero que ves en tu mente cuando suena la palabra magia? ¿Calderos? ¿Pociones? ¿Túnicas negras? Yo pienso en blancos y dorados. En destellos de estrellas azules que viajan tan rápido que vienen desde el pasado y ya son el futuro. Esas estelas atraviesan todo el cuerpo de mi piel. Y titilo, titilo fuerte porque toda la luz que hay alrededor todavía no alcanza para todo este cielo. Hay que iluminar el barrio entero, la ciudad. A toda la familia, los amigos, a todos los enemigos. No es suficiente con que vueles como un águila y alcances a beber el néctar de la flor roja. El aire de tus alas tiene que llegar a los pájaros que todavía caminan por el suelo. El polen de tu campo tiene que viajar en el polvo para esparcirse como semilla en la superficie alrededor. No es casual que necesites hacerlo. Sucede porque que descubriste a la magia o la magia te descubrió a vos. Y cuando esa gracia emerge de lo profundo del estómago se transforma en servicio del alma, en un