El mensaje de las ninfas

La melodía que resuena en el cosmos La carretera estaba oscura y en el techo se veían diez mil estrellas. La octava luna en cuatro menguante parecía un hilo curvo que cedía todo el protagonismo a sus hermanas del cielo. El velocímetro pisaba el número cien y los árboles del costado armaban un puente de sucesivas hojas negras. El camino era recto y las líneas discontinuas de la ruta acusaban ninguna curva cerca. El viaje llevaba varias horas y la noche estaba plena. Abel estaba cansado. Con entusiasmo inyectaba su voluntad pero los párpados le pesaban y la tentación de mirar hacia atrás para recostarse, se enardecía cuanto más pasaban los kilómetros. Fue así que decidió estacionar al costado y descansar hasta el amanecer. En el medio de su sueño unas criaturas etéreas y para cualquiera, imaginarias, se hicieron milímetros y entraron en su auto. Lo abrieron y lentamente lo elevaron para sacarlo por la ventana. Él estaba tan sedado que no sintió la mínima brisa. Eran ...