Al desnudo del amor
Comentario sobre la obra de teatro BodyArt
¿Quién no se enamoró alguna vez y se obnubiló en admiración hasta perderse en la inmaterialidad de una
contemplación que lo dejó idiota por tiempo indefinido? ¿Quién no fantaseó
hasta el cansancio con convertirse en el “objeto de amor” para ese ser perfecto
y obsesionó su pensamiento desde abrir los ojos hasta volver a dormir y durante
el sueño también? ¿Quién no lo hizo hasta la disolución de su autoestima sobre
la posibilidad digna de corresponder en adoración a semejante criatura de los
dioses?
En esa instancia aparece el costado oscuro del amor y
hace sombra para desvanecer al sujeto y fundirlo en el objeto de deseo, hasta
mutarlo al estado de simbiosis y suicidar su belleza de singularidad. BodyArt
transita estos espacios mientras se codea con el amor romántico que emerge de
las partes en conexión, sin integrar en este caso, el estado de conexión para
con ellas mismas.
Lo hace de manera interactiva con los espectadores y desde
la búsqueda de una puesta distinta, que empieza cuando el público cruza el
ingreso de la sala y se encuentra con un espectáculo de carácter integrador que
se viste de obra para relatar una historia de amor.
En la ficción como en la vida, no existen verdades sino
puntos de vista, premisa que en BodyArt crece como un homenaje a la sagrada
relatividad. Esto se desarrolla en clave dramatúrgica posmoderna, donde la
distancia brechtiana entre escritor y actor se quiebra para dar lugar a una
narrativa hiperrealista de temperamento intelectual en el colectivo artístico.
En esto cabe la idea de que, “la forma teatral de la
dramaturgia posmoderna argentina, expone una escritura que fusiona
explícitamente la realidad con la ficción, donde la poesía se desdobla de la
metáfora y se redefine existencial. Esa combinación cuestiona en cierto modo la
ironía del escritor y el misterio de su inspiración: Si lo escrito es real,
autobiográfico o puro cuento” (1).
Aquí, la historia de un amor apasionado y en tránsito, que
interpela en lo denso de la mente y critica solapadamente las miserias
personales en el mundo del arte, cimentado esto en la minuciosa intelectualidad
que pulula la constitución de sus lenguajes.
El debut como director de Diego Saege, lo empodera sobre el
uso del espacio y deriva además, en la ruptura a un nuevo nivel: El
acercamiento entre las actrices y el público, (ellas Francisca Arriagada y
Silvina Forquera). “En esta reformulación el espectador acostumbrado al teatro
tradicional podrá redescubrirse en una nueva perspectiva de interpretación e
identificación, ya no dada por el absolutismo de la metáfora sino por el
acercamiento con la realidad” (2).
Una propuesta fresca y bella en cuanto a lo estético de la
construcción colectiva del ambiente artístico plástico –incluido el vestuario-;
que indaga empáticamente en las ciclotimias del amor y sus procesos mediados
por el ego.
Una historia también de desamor con doble peso en sus
heridas: La narcisista y la del corazón; variables que se entrelazan y licúan
conforme avanzan, desde que la lente del ego comanda los pasos hasta que
sutilmente atenúa sus huellas.
BodyArt es entretenida, llena de color, con música en vivo, rítmica desde su dinámica, divertida y sumamente empática. A decir verdad ¡sería extraño que algún espectador no se sintiera identificado con alguno de los pasajes que en ella suceden!
BodyArt es entretenida, llena de color, con música en vivo, rítmica desde su dinámica, divertida y sumamente empática. A decir verdad ¡sería extraño que algún espectador no se sintiera identificado con alguno de los pasajes que en ella suceden!
En esencia, una obra de desnudos y despersonalizaciones, de
polarizaciones, rompimientos y vacíos desmembrados en rincones escondidos y
manifiestos de la mente: El arte de la locura; el “amor” que enloquece; el
hueco tapado que hiere para sentir, el vacío paradójico de la profundidad, la
seguridad que abandona, el discípulo que se hace maestro; el maestro que se
olvida la luz. Y la rueda que vuelve a empezar, transformada, como el arte mismo del amor.
Ficha técnica:
- Actuaciones: Francisca Arriagada,
Silvina Forquera y León Tendler.
- Dirección: Diego Saege.
- Dramaturgia: Sol Rodriguez
Seoane.
- Vestuario: Julieta Cabanes.
- Composición musical: León
Tendler.
- Artista visual: Ailín Fernández.
- Diseño de Iluminación: León
Tendler.
- Fotografía: Julieta Cabanes y
Ailín Fernández.
- Realización general: El Sí de los Locos.
1 y 2 - Del texto de este blog, "De formas teatrales emergentes"
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