Tierra de temperamentos amorfos

  1. El excesivo uso de formas que rigen la vida social convierte a los seres humanos en un saco de tránsitos superfluos. Incontables modos y preceptos desfiguran la esencia y lo tironean desde tantos lugares, que convierten al sujeto en un no-sujeto, en un espécimen dominado por las dudas y vaivenes de su emocionalidad inmadura, proyecciones y vacíos.

  2. De manera fatalmente sencilla el rumbo se desfigura, se tiñe de deberes que enmarañan la simpleza. ¿Cuál es el quiebre? ¿Dónde está la desorientación? En la falta de decisiones. La vida es un eterno presente, una sucesión de instantes hechos elecciones que se vuelven obras.

  3. Esto se acerca a la idea de que el amor es una construcción, una resaca placentera que sobrevive al vértigo de la oscuridad; como el premio de guerra contra los fantasmas. ¿Cómo declarar el amor por alguien sin antes aceptar la basura que esconde en sus bolsillos? Previo a eso rebosa el enamoramiento, ciego, bendito estado celestial. Ojalá fuera perpetuo, como la cadena, hasta la muerte.

  4. Tras estos estados de sombra y ruptura llega el claro entre los árboles, la certeza de saber que nada de lo anterior fue lo suficientemente fuerte para desviar esa emoción. El amor será la prueba de perseverancia y la firmeza de saber que en las discusiones de mente corazón, el rojo siempre tuvo la victoria. Podría ser hasta una cuestión de fe.

  5. Pero fundamentalmente en este proceso, el amor crece como una edificación en la que se eligen qué materiales utilizar. Si se hará con elementos de primera o segunda mano, con arena virgen o de la manchada, con columnas sanas u hongueadas. Y si este amor promueve la luminosidad y entrega y no por eso definición –las definiciones enfrascan la evolución-, las elecciones con las que se transite por él serán la base de su sostén.

  6. A modo de ejemplo, de qué serviría que alguien le contase a la “mujer de su existencia” cuánto la ama, si las decisiones de su vida corriente fueran en contra de su cuidado y el de su sanidad mental, de la pureza del vínculo, de la historia compartida, del honor a lo vivido. En esa contradicción la construcción se derrumbaría, las columnas caerían y los hongos cubrirían toda la pared.

  7. Y si bien el amor es un gerundio que aspira a redescubrirse todo el tiempo en la medida del cambio en las personas, las manchas de la oscuridad producen desencantamiento. Y el desencantamiento lleva a un estado de cuestionamiento sobre las propias decisiones, lo que es también una vía directa de crecimiento. ¿Esto es lo que quiero para mí?

  8. Pero si la interrogante no surgiera –o lo hiciera sin anhelo profundo de revelación- y los desengaños continuaran ocurriendo, cada caída sería la fuerza centrífuga de la sombra hacia la oscuridad  perpetua en la que no se distinguiría lo sano de lo insano, la verdad de la mentira ni el cuidado de la traición.

  9. Intentar visualizar de qué lado estar es una decisión de cada parte. Elegir dónde quedarse, una responsabilidad individual. Pero tanta diversidad refulge entre los terrestres, que pretender definir modos de acción con juicios de valor basados en conocimientos escasos sería una burla a los procesos de crecimiento.

  10. A favor de los amantes, de sus manos llegará la fuerza y con ella, la claridad para detectar el límite de lo saludable y con él, la medida del amor propio. A cada uno le llevará sólo un puñado de su tiempo entre la indefinible cantidad de quebraduras que le tocará vivir.  
Juliana Biurrun

Comentarios

  1. Sobre el amor... Muy interesante y completo análisis... "...Esto se acerca a la idea de que el amor es una construcción, una resaca placentera que sobrevive al vértigo de la oscuridad; como el premio de guerra contra los fantasmas. "

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