De vientos y buñuelos

Una experiencia surreal

El texto de Arístides Vargas, “Donde el viento hace Buñuelos”, es llevado al teatro regional por los rostros de Amalia Arias y Adriana Iglesias. La obra cuenta la historia de Miranda y Catalina, dos amigas que comparten un pasado de ideas, lucha y que se encuentran a través del tiempo en un espacio intermedio que flota en el surrealismo de dimensiones atemporales.

Catalina está enferma y camina por las laderas de la muerte. Su nariz sangra permanentemente y una tos seca le lima la garganta. Miranda la acompaña en el proceso con sus ojos grandes y superabiertos, atormentados y brillantes; con la marca de ángulos profundos en su rostro y el peso de angustias subterráneas. Miranda jamás dejaría sola a Catalina, o Catalina jamás dejaría sola a Miranda. ¿Acaso algo resultaría predecible cuando el viento, el mismísimo Dios Aire, es el protagonista subliminal de una historia que entrelaza todo lo disponible a su alcance en el instante único del hecho teatral?

Los buñuelos encierran una trama fuerte y movilizadora que conecta con las emociones más bajas de los sujetos quienes, como su palabra lo dice, viven sujetos a normas, mandatos y estructuras que con el tiempo se vuelven enfermedad y densidad energética. En esta línea la obra evoca en su argumento a fantasmas que podrían ser fácilmente identificables con temores del imaginario colectivo que durante la función flotan sutiles en la platea.

Por otro lado, la fricción y la ruptura de las historias entrecruzadas de Miranda y Catalina, generan un armónico desequilibrio que mantienen al espectador en un estado de alerta permanente, atento al ritmo y a la expectativa de su latido, a la canción que suena en el corazón de la ficción.

Esta forma de drama y tragedia mechada con raptos de humor, toma elementos claves de la dramaturgia posmoderna en la utilización de herramientas propias de lo audiovisual para su puesta. Este entrelazamiento de disciplinas genera una deliciosa tensión que hace lucir entero al equipo de producción. Iluminación, vestuarios, proyecciones, escenografía, dirección, todas las piezas unidas armónicamente en un rompecabezas de calamidades, vientos y buñuelos.         

La narrativa de Vargas propone a la vez una relación de espejos cual Macondo Marqueciano, que redobla la apuesta de su carga y refuerza el vínculo entre sus personajes, en quienes no importa cuál sea la forma que les toque, la verdad última las encontrará en la misma encrucijada emocional.

En este proceso, la ruptura y la fricción parecieran por momentos hacer imposible la tarea de asimilar sus crueles y absurdos destinos de soledad. Esto lleva al desarrollo de un surrealismo mágico en el que lo cotidiano se vuelve extraordinario. De esta manera, se apela a lo profundo de las vibraciones bajas con la creación de imágenes metafóricas que por momentos desatan la risa como un acto de catarsis en sentido liberador.

Estos buñuelos gozan de un alma etérea que se infla con aire y harina para perderse en lo amorfo de la experiencia sutil. Por eso, no esperes una historia lineal o un argumento predecible. Es que ya ves, nunca se sabe lo que el viento arrastrará consigo.

Juliana Biurrun       
Fotos: Bruno Mogni.

Ficha técnica:

Actúan: Adriana Iglesias - Amalia Arias
Dirección general: Luis Sarlinga
Asistencia de dirección: Sebastián Fanello
Operación técnica: Chana Fernández - Paula Boyé
Construcción escenográfica: Carlos Alfredo Manrique - Jorge Moya
Realización audiovisual: Sebastián Fanello - Algunas imágenes son cortesía de Javi Cente
En video: Pablo Donato - Daniel Cuevas
Vestuario: Yazmin Mer 

Comentarios

  1. El peso del pasado pateándote la cara, el destape de la angustia y las emociones carnales, lo atonal de la historia …lo visceral de estas mujeres envueltas por el destino…Buen cóctel…

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