Time will change you
Las ideas no se mantienen fijas
en el tiempo. Cambian como las personas y los paisajes de temporada. El futuro
es absolutamente impredecible. Todo lo que te rodea hoy mañana puede de golpe
no estar más. Al principio es duro por el inherente rechazo al cambio; porque
en todo presente vive el pensamiento de futuro y la ilusión. ¿Cuándo vamos a
aprender a vivir de pleno en el ahora? Estamos en proceso.
Las ideas no se mantienen fijas
en el tiempo. Porque somos sobrevivientes de las eras, de los leopardos y los
partos sin saber lo que eran. De las serpientes, las arañas y el frío… La
capacidad de adaptación y las variables infinitas de la vida hacen que todo sea
absolutamente relativo y por ende, las ideas se impregnen dinámicas, volátiles.
¿Cómo lo malo puede ser del todo malo y lo bueno solo bueno, si sus fundamentos son permeables?
Esas preguntas son paradojas,
contradicciones; objeciones contra la quietud, reclamos de movimiento a la
realidad estática. Al fin y al cabo, esos opuestos se sintetizan en elecciones
que resignifican las ideas cuando modifican el curso de una acción.
Ese proceso oscila entre estados antagónicos
de naturaleza humana y animal empujada por el instinto y moderada por la
conciencia –o al menos el intento.
Entonces: La decisión lleva a la convicción. La convicción a lo concreto. Lo
concreto al hecho. El hecho al movimiento. El movimiento al resultado. El
resultado a la emoción. La emoción al sentimiento. El sentimiento al
efecto. El efecto a la reacción. La reacción a la responsabilidad. La
responsabilidad a la atención. La atención al discernimiento. El discernimiento a la conciencia. La conciencia
al aprendizaje. El aprendizaje a la transformación. La transformación al
resurgimiento. El resurgimiento a la magia. La magia a la fantasía. La fantasía
a la imaginación. La imaginación a la creencia. La creencia a la creación. La
creación a la realidad.
Juli Biurrún
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