Redescubrir el poder del cerebro
Un repaso por los dichos de Estanislao Bachrach en Neuquén
Estanislao es Doctor en Biología Molecular. Se recibió de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y continuó sus estudios de
maestría e investigación en Europa y Estados Unidos. Tras una crisis emocional
por un choque de intereses laborales emocionales, se inició en prácticas
relacionadas al hacer holístico. Yoga, meditación, reiki y espiritualidad entre
otras, fueron algunos de los caminos que recorrió para reencontrarse con
el equilibrio perdido.

Para empezar el recorrido hay
que hacer hincapié en que desde épocas
prehistóricas, el cerebro humano está preparado fisiológicamente para
ahorrar energía. En tiempos de cavernas las personas vivían en estado de alerta
permanente por posibles ataques de animales salvajes. En consecuencia, para
responder con velocidad, escapar y sobrevivir, necesitaban disponer del mayor
flujo de energía posible. De ahí el “instinto cerebral” de conservarla para la mejor reacción.
A medida que el homo evolucionó su cerebro lo
hizo en tamaño y complejidad. La parte más antigua se denomina Reptiliana y es
la que responde al instinto. Se ubica en el centro de la masa. La segunda es la
Límbica que recubre a la primera y se vincula con lo social y emocional. Por último apareció el denominado Córtex que
se sitúa en la parte frontal de la cabeza y es el encargado de la razón y la
lógica.
“Para imaginar el tamaño del Córtex podemos
visualizar al espacio de un metro cúbico dentro de una galaxia”, explicó
Estanislao. Este sector ínfimo materialmente es el responsable de las funciones
cognitivas del sujeto. El analizar, comprender, memorizar e inhibir otros
pensamientos para procesar el entendimiento ocurre allí.
También hay que tener en cuenta que la palabra
mente no es sinónimo de cerebro. El último se refiere específicamente a lo
físico del órgano: Las conexiones neuronales y sistemas que se desarrollan en
él; mientras que la mente está conformada básicamente por las emociones. La
dialéctica entre ellas las modifica y retroalimenta continuamente. Es decir que
la mente moldea al cerebro con el ejercicio de los pensamientos y el cerebro
interviene en la mente a través de reacciones químicas.
En este sentido aún en estado adulto, “somos
como niños cuando se los estimula durante su desarrollo. Si destacamos hacia
nosotros mismos lo positivo, los resultados se optimizarán y la mente se
fortalecerá en esa dirección”, aseguró Bachrach. Por otro lado, si algo fallara a
nivel sintético, su funcionamiento y respuestas se verían modificadas.
En este punto surge una salvedad obvia
pero no menos importante: Nada de lo anterior se alcanza sin el trabajo
necesario de enfoque, energía, intención y búsqueda. El conocimiento e
indagación conciente en uno mismo es lo que conduce a mejores resultados.
Por otro lado, los avances de las
neurociencias desestiman el mito de que se usa solo una parte del cerebro.
Investigaciones develan que se utiliza la totalidad del órgano pero no al mismo
tiempo; sino que cada vez que se emprende una acción, se activa el dos por
ciento de la región comprometida con esa función. A modo de metáfora Estanislao
presenta a la mesa encefálica como una ciudad de noche en la que las luces se
prenden y se apagan, titilan constantemente y cada vez que se hace algo, la
parte del órgano que responde a esa acción se enciende.
En consecuencia el hacer casi en simultáneo
actividades que implican el uso de la misma parte del cerebro conduce a su
estrés y por ende, a disminuir la eficacia y creatividad en las respuestas. Por
este motivo surge con frecuencia la sensación común de “estar cansado”, como característica compartida por mal uso de la energía del cerebro. Sucede que la dinámica de los tiempos que corren hace sentir y creer que se
puede “hacer todo al mismo tiempo”, pero por ahora somos infinitos mortales.
“El multitasking no existe porque cuando pasamos
de una actividad a otra, se activan diferentes partes del órgano y en
consecuencia, no se realizan las funciones cognitivas al mismo tiempo, sino que
como la ciudad de noche, sus lamparitas –sectores- se prenden y apagan cada vez
que se activa una región. Eso estresa el cerebro y disminuye su efectividad”,
explicó Bachrach.
No ocurre lo mismo con actividades simultáneas
que implican el uso de partes diferentes. Por ejemplo, al andar en bicicleta y
escuchar música se utiliza el sector auditivo y motriz; sus usos no se interrumpen y por ende no disminuye la eficacia de la acción.
Otro mito popular es que una vez
cumplida determinada edad el cerebro comienza a deteriorarse y pierde la
capacidad de incorporar conocimientos nuevos con fluidez. La verdad cuenta Bachrach, es que el cerebro es como un músculo y como tal, necesita de la
actividad para su buen funcionamiento.
Él asegura que en función de su plasticidad
(comunicación entre neuronas y percepción de estímulos) se puede aprender hasta
el último día de la vida. En este sentido destaca la importancia de los
desafíos para mantenerlo entusiasmado, despierto y vivaz. El jugar al ajedrez,
leer asiduamente, estudiar idiomas y resolver problemas de lógica son algunos de
los tantos ejercicios para la mente.
El cerebro de ella y él
El cerebro de la mujer es más pequeño que el
del hombre. El de ella está preparado para realizar al mismo
tiempo más acciones que involucren diferentes partes del órgano, mientras que el del hombre,
trabaja de manera práctica y por compartimentos. Es decir, de a una cosa por vez.
Otra diferencia importante es que el cerebro
de la mujer es más comunicativo, intuitivo y empático consigo mismo y los
demás. La historia de su atributo data desde la aparición del homo hace cien
mil años. El lenguaje tardó sesenta mil años en surgir y durante ese tiempo, la comunicación no verbal fue al directriz de todo.

Otro dato interesante radica en por qué
generalmente la mujer tarda más tiempo en olvidar incidentes que para los
hombres se disuelven más rápido. Y lo positivo es que esta
característica tiene nombre y apellido científico. Se trata de la serotonina
también conocida como “la hormona de la felicidad”, que puede permanecer hasta
tres años en el torrente sanguíneo femenino. Este tiempo que tarda el organismo
en sintetizarla afecta por su adhesión y repercute en los estados de ánimo.
Encontrar tu mejor curva
Estanislao propone también una curva óptima de
funcionamiento cerebral para cada persona. Se trata del momento en que las
hormonas dopamina y noradrenalina están en equilibrio. La primera está
relacionada con el nivel de entusiasmo e interés con que se desarrolla una
actividad y la segunda, con el grado de atención que se mantiene en el acto.
El científico sostiene que ese momento se da
en la mayoría de las personas cerca de las diez de la mañana, pero la apreciación varía según el caso y en eso radica la importancia del
autoconocimiento.
Él destacó que en países como Finlandia ya no
se hacen reuniones laborales después de las cinco de la tarde porque a esa
altura del día, el cerebro está cansado y la mayoría de veces los involucrados
se arrepienten de las decisiones tomadas en ese contexto. Bajo esta premisa
asegura que es cualidad de buen jefe estar al tanto de las mejores condiciones
de rendimiento de sus empleados para potenciar su desempeño.
Conocer nuestro modo de funcionamiento,
recuperar la no vergüenza infantil de preguntar e imaginar que las fantasías pueden ser algo concreto; es reavivar y reactivar el poder de un cerebro que
es como un microcosmos y carga en sus neuronas con miles de años de
aprendizajes, memorias y evolución.
Juliana Biurrún
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