Pantallazo social: Observaciones sobre la cultura mexicana.
Diarios de viaje I - Relato de percepciones culturales.
México
es sabor y contradicción. Contradicción
de paraísos y contaminación; de sabiduría y arrebatamiento del conocimiento; de
fuerza de trabajo y vidas mendigas; de sobreoferta de educación y ausencia
absoluta en generaciones enteras; de solidaridad y desgano; de militarización
irreverente y muerte inocente; de rutas sumamente comunicativas e indiferencia
en el tránsito. De dulces y picantes, de inglés sobre castellano, de autopistas
fenomenales a caminos sin marcas, de selvas a cactus y de confianza hasta la
quinta corroboración.
Es
un país hermoso y dueño de numerosos puntos paradisíacos del globo. Su gente es
amable y solidaria en compartir o regalar un trago. De hecho es mal tomado
rechazar un obsequio y según dicen, es importante aceptarlo porque de lo
contrario se interpreta como una ofensa para quien lo ofrece.
Para
empezar el recorrido es prioritario subir al asfalto, un terreno complicado
para transitar y donde es normal que no se respeten las normas de tránsito ni
se hagan odas a la luz de guiñe. Aún así el índice de accidentes no es alto y
está encabezado por fatalidades en motos conducidas a gran velocidad.
En una observación
machista que se repite como eco, un taxista de Distrito Federal (DF) aseguró
que el 70 por ciento de las mujeres que manejan lo hacen mal pero el 30 por
ciento restante lo hace muy bien.
En
los caminos escasea la solidaridad de información entre autos. Allí los
vehículos cambian de carril sin avisar y a la velocidad que sea; mientras que
los colectivos y camionetas encierran con distancias de aguja y al borde del
impacto a los más pequeños. Por momentos es normal vivir un caos de anarquía
rutera que se rige bajo la ley de la selva: que sobreviva el más fuerte, el más
grande, el más vivo o el más indiferente.
Esto
se contradice con el nivel comunicativo que se expresa en autopistas de gran
nivel donde abunda la cartelería que apela a la prioridad del peatón, a la
prudencia en el camino porque “tu familia te espera” y al “conducir con
cortesía”, de expresión literal.
Respecto
a los incidentes en la ruta, según taxistas de DF es aconsejable no frenar a la
vista de accidentes o gente parada a la vera pidiendo ayuda. Aseguran que es
más probable que sean acciones planificadas para el atraco a una situación
real.
En
relación a la situación educativa, en los centros de las ciudades se fomenta la
cultura del estudio y se destaca la preparación académica como único camino
para conseguir “buenos puestos” laborales. La premisa del “se más” como salto
cualitativo de la capacitación, se alza contra la intimidación latente por la
pronta desactualización laboral del no seguir estudiando.
Por
otro lado es frecuente observar que más allá de la educación formal, mucha gente
vive de oficios aprendidos en la educación cotidiana y con los que salen todos
los días a ganar el pan. Por ejemplo, la venta callejera de choclos, tamales y
tacos. A esto se suma la promoción pública de eventos donde no se utiliza la pegatina
de carteles sino que sus anuncios en los muros son pintados a mano, con mucho
color y caligrafías específicas. Su lectura supone que esta metodología abre el
campo laboral fuera de la educación formal y se vincula directamente con la
importancia del entrenamiento en el aprendizaje de los oficios.
También
hay un fuerte impulso de la educación ambiental y toma de conciencia en los
centros urbanos porque DF es una de las megalópolis más contaminadas del mundo.
Allí su cielo no es celeste sino que tiende al gris y las nubes no se aprecian
definidas por el alto nivel de smog.
Esa
escena de estímulo educativo no se repite en espacios periféricos de pobreza,
lo que concluye en tierras que son caldo de cultivo para la entrada de la
inseguridad y narcotráfico. Esto deriva
en una sociedad militarizada con policías sobrearmados que circulan en masa
sobre la cúpula de sus camiones.
Según
comentarios de la gente del lugar, los agentes no están capacitados
académicamente y, si bien hay instituciones para hacerlo, no es requisito para
acceder a la fuerza. Dicen que son seleccionados por dirigentes y grupos de
poder que ante determinadas situaciones llaman a la gente común para oficiar de
uniformado. Una vez hecho, si sobreviven en el atraco por el que fueron
convocados conservan su lugar.
Es
decir que en cierto modo es policía quien tiene la ambición, lo desea y
aprueba. A través de eso acceden a beneficios sociales y se calzan el “uniforme
de impunidad” que les permite cargar ametralladoras y hacer de los chalecos
antibalas el vestuario cotidiano.
Ángel
es un arquitecto mexicano que conocimos durante un “plantón” (piquete) en el
camino desde Villa Hermosa (Tabasco) a Palenque (Chiapas). Él nos contó que su
sobrino de niño soñaba con ser policía y que de grande, cumplió su objetivo. De
su primer trabajo de campo volvió con tres tiros en el abdomen que gracias al
chaleco no llegaron a su piel.
Respecto
a la compraventa de drogas y el papel de la policía, ciudadanos mexicanos
afirman que no son los narcos quienes “embisten” a los pobres, sino los propios
uniformados que utilizan el “plante” de droga para arrestos falsamente
justificados. Esto podría interpretarse como un intercambio de roles en el que
los traficantes se “meten entre ellos” y por ende, hacen el trabajo de la
policía.
Amor a la
mexicana
Un
lindo atributo de su comunidad es que son muy pasionales y demostrativos. Ellos
no escatiman cariño en público aunque vayan en un subte con 30 grados de
temperatura. Tal vez por eso haya tantos sex shop y locales de venta de
lencería erótica.
Esto
se vincula tal vez, con la apreciación general que hacen hombres y mujeres de allí
sobre la aceptación social de la infidelidad masculina. Dicho permitido se
justifica en que en las familias tipo, ellos llevan el alimento y eso
alcanzaría para disminuir el impacto de su acción.
Por
otro lado en lo que respecta a las tendencias, muchísimas personas no siguen
una moda sino que solo cubren su cuerpo sin importar combinación o estética.
Esto plantea un modo de convivencia más libre en el que un vestuario favorezca
o no a sus figuras no es preocupación, sino que por el contrario, se rigen
sencillamente por lo que les surge. Y eso es muy bueno.
Las
mujeres usan mucho maquillaje y se dibujan las cejas. Es común entre ellas
depilarlas completas y después pintar sobre sus ojos la expresión que consideren
que mejor les calce. Los hombres también son muy coquetos y los más “cancheros”
usan gel, tienen el pelo siempre bien cortado y se lustran los zapatos en la
calle.
Como
dato importante para la época de redacción de este texto, entre junio, julio y
agosto viven un segmento de calor extremo que llaman “La época de la Canícula”.
Durante esos meses las temperaturas son altísimas y llueve solo por minutos.
Dicen que es un periodo de caos bochornoso que empieza a gestarse con la
llegada de la primavera el 21 de marzo. Con ese cambio de estación aumentan drásticamente los casos de
enfermedades como gripes y diarreas agudas, por lo que se aconseja desde los
medios de comunicación extremar las condiciones de higiene y no ingerir
alimentos de venta ambulante.
Para
terminar con este pantallazo de observaciones sobre la cultura mexicana, es
interesante comentar la frecuencia con la que bandas de pubs interpretan música
argentina, en especial Soda Stereo.
Juliana Biurrún
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