Los compartimentos de la mente


La mente humana es el factor más potencial e indescifrable de las personas. Potencial por su capacidad de desarrollo, e indescifrable, por ser el "órgano" en el que hurgamos desde que empezamos a tener noción sobre la conciencia, hasta que nuestros pensamientos duran vírgenes de lo senil (o se vuelven a la más suprema de las corduras).

Los compartimentos pueden dividirse en la parte pública y privada. Comprenden los pensamientos capaces de ser socializados para debatirse y, los que son tan internos y pudorosos, que trascienden cualquier barrera de lo moral y los “debería” para volverse, indefectiblemente, “incontables” en las estructuras básicas colectivas.

El espacio privado de la mente es como la habitación personal de una casa compartida. Lo que suceda en ese lugar, no puede ni debería ser sometido a tribunal. Albedrío mental para decidir sobre las propias fantasías, sin rendir cuentas a ningún parámetro impuesto desde limitaciones personales, encarnadas por el traspaso cultural del que somos producto.

A ese compartimiento privado van a parar los mensajes que se borran, las cartas que se esconden, las conversaciones que se ocultan. Es como la Caja de Pandora donde se guardan palabras, abrojos y tentaciones latentes. Si se abriera, sus coletazos caerían como rapiña sobre los más cercanos y la propia mente. Los motivos podrían ser muchos y bien justificados o verdaderamente estúpidos.

Los tiempos modernos nos abren el paraguas a pensar que los modos varios de comunicación en las relaciones humanas, específicamente de pareja, podrían ser manipulados en función del ocultamiento constante. Y en esto celulares con internet y todas sus primas, son fundamentales. Se trata básicamente de la instantaneidad e independencia espacial que generan para limpiar los rastros en una carrera desventajosa para correr.

Pero contra toda pérdida anticipada, en esa pista surge la confianza. Es la razón y el motor de convivencia con ese compartimiento privado, donde el mundo interno crece y los ocultamientos blancos sobreviven.

El debate entre quien escribe y ella misma, concluye con obviedad en que mientras esa incautación de historias y deseos no perjudiquen al entorno, es decisión personal cuándo abrir la llave de una puerta que cierra sólo desde adentro. Los temas inconclusos sobre los que desde afuera se busquen respuestas, deberán resolverse en la simple asimilación de que dentro de esa habitación, somos seres ideales de deseos libres, o por el contrario, manojos de pensamientos enviciados en espirales sin fin.

Juliana Biurrún

Comentarios

  1. "es decisión personal cuándo abrir la llave de una puerta que cierra sólo desde adentro"... ¡socrático!. Abrazo. Fer Ukelele

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  2. Terrible, muy bueno, nunca me imagine este tipo de división de espacios dentro de la mente humana...

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