No esperar
Odio
esperar. Puedo hacerlo, mucho y de mala gana. Soy una caradura, ya lo sé. (:p)
Odio
esperar, porque ese intervalo obliga al aguardo sobre los puntos suspensivos de una
frase que quizás nunca llegue. Esperando se amanece en el anhelo y, día tras
día, se desperdicia energía que podría ser bien invertida en otro lugar.
En
la espera las propias expectativas se trasladan hacia algo o alguien más,
cuando esos supuestos tal vez ni siquiera estén a la altura de saldarla.
Esperar se vuelve injusto y pretencioso. No todos pueden dar igual.
La
espera ilusiona, le da de comer a historias con principio, nudo y desenlace en
la propia imaginación. Se vuelve tan nocivo y contradictorio, que no importa
cuántas veces sueñes con el encuentro. En la realidad de la espera, el viento
corre y corre por el medio, entre el soplo, en la tierra dispersa que
congestiona y pica la piel.
La
espera es un ramo de manos vacías y ansiosas, que de ansiosas se vuelven torpes
y resbaladizas; tontas re tontas, paradas solas en la esperanza absurda de que
los puntos suspensivos encuentren su próxima oración.
Por
eso no esperes, corré rápido y a favor del viento.
Yulais
me encanta (una vez mas) la metafora de las manos abiertas. cuando una imagen es elegida para frase oportunamente instantaneamente se ve y se lee a la vez! felicitaciones y gracias!
ResponderEliminarGenial!!
ResponderEliminar