Una historia de luces y tentaciones...

Era más rico que el postre nuevo de Bonobón. Incluso cuando mordió la empanada y el jugo de la cebolla se desparramó entre sus dedos, todavía parecía sabroso. En un rapto de inconsciencia instintiva, pensó en arrebatarlo para llevarlo hasta la zona roja de Holanda y ser la única clienta durante los treinta días del mes. Una no está preparada para tanta metralleta de masculinidad junta. Algunas apenas esperan que el sujeto de su cita se lave los dientes y tenga el comedor completo. O, con pretensiones más amplias y exquisitas, sepa hablar y no tenga errores de ortografía. Eso es absolutamente excluyente y fundamental. Juan Cruz Pertticone era codiciado y cumplía con todos los requisitos “estereotipables” para la sociedad. Era el último soltero por el que las desquiciadas con vuelo estaban dispuestas a arrancarse los ojos. Pero él era selectivo, no cualquiera le venía bien (cuando no se trataba solo de sexo). Buscaba una fémina similar a lo que era: Una chica con i...