Sobre la ignorancia
La
elección de una actitud
Siempre
me pregunto si el que ignora vive más tranquilo que quien conoce la verdad. El
que ignora transita un mundo de abstracción donde se condensan sus ideas limitadas
en su propia visión. Es decir que quien ignora porque no conoce, no tiene motivo de interrogante
ni curiosidad. Entonces la pregunta que repica, es si en este tema cabe también
la premisa de “ojos que no ven, corazón que no siente”.
La
ignorancia no es una cuestión nata. Es un estado en el que se convierte la
persona cuando se aplana poco a poco en sus propios vacíos. Es aire liviano en
la estructura propia. Es hasta un tipo de felicidad, no hay incendio cerca.
Quien
ignora no es quien no tiene estudios. Esto no se acerca siquiera a la
capacitación académica. Tampoco es falta de conocimiento intelectual ni tiene
que ver con el capital cultural. Estas son solo condiciones que condimentan
las pretensiones de no ignorancia. Por eso cuando se reduce la presunta sabiduría
a esos atributos, no se hace más que caer en la propia ignorancia de verdad trincada.
Ignorante
no es el que no sabe, la que no conoce. Ignorante es quien acepta un hecho como
tal y lo juzga a sentencia de guillotina, sin visualizar lo global del asunto,
las variables del contexto y las infinitas posibilidades que se desprenden de
cada subjetividad. Y todo esto con falta de modestia. Este adjetivo cierra el
círculo de la ignorancia.
Ignorante
es quien la juega de interesante sin tener idea. Y esto no es una crítica a
quienes se adaptan a situaciones y buscan empatía en el entorno. Ignorante es
quien se calza un disfraz de conocedor y golpea desde un lugar sin derecho a
réplica. Ignorante es el falto de humildad, que pretende posicionarse trepando
sobre el hombro ajeno.
Y
comencé este texto planteando que la ignorancia no tiene que ver con la
capacitación académica ni el capital cultural. El ignorante que no conoce es
tal vez más feliz porque vive en una abstracción inmersa en movimiento. Esa no
es verdadera ignorancia, porque sencillamente no conoce y no tiene campo de
acción. Es su mundo y crece en él, con propias ideas formadas de su
historia y la realidad que conoce como tal.
La
verdadera ignorancia tiene que ver con la capacidad de discernir situaciones y
tener las herramientas para distinguir entre el buen y mal hacer. Quien plantea
el menosprecio simbólico desde un falso lugar de ventaja, es ignorante. Quien tiene
la capacidad de actuar bien y elije la maldad, es ignorante. Quien tiene elementos
para distinguir y aún así elige el costado que no, es ignorante. Y este final queda
abierto a pensar si dicho tipo de ignorancia roza también la virtud de la mala
gente.
Juliana D. Biurrún
..Este es uno de esos putos curiosos del ser, en el que las discusiones viajan en formas y direcciones adversas a la realidad de cada uno. Si simplemente respondiéramos a vuestra ignorancia con el lema de "sé que no sé nada"...la ignorancia solo sería un infinito de brisa que siembre se tendería a abrazarnos.
ResponderEliminar...lo más apropiado será pensar si esa ignorancia nos perjudica y nos engaña pudiendo evitar resguardar mucho más de lo puesto en manos del azar; o si en definitiva, nos realza, nos vuelve tiernos victimarios de la incredulidad.