Luciano Supervielle: Confluencia exquisita de estilos y calidad

El integrante del Bajofondo, Luciano Supervielle, presentó “Reverie”, su segundo trabajo solista el jueves 23 de junio en el Cine Teatro Español. El encuentro estaba previsto para las 21, pero la concurrencia fue demasiada y hubo que agregar una nueva función para esa misma noche (octavo y noveno recital de su gira por Argentina). 
Luciano Supervielle

           El nombre del material significa “ensueño”, “ensoñación”, y hace referencia al carácter mixto de su grabación producto de una serie de conciertos en vivo con el toque final de cirugía en el estudio. Producido por los bajofonderos Gustavo Santaolalla y Juan Campodónico, mezcla el hip hop con el tango, música electrónica y otras variantes.

Luciano tiene raíces musicales y geográficas bastante diversas. De padre uruguayo y madre francesa nació en Paris. A los cuatro aterrizó en México y unos años más tarde terminó en Uruguay. Sus contactos con la música fueron de muy niño y eso le permitió incorporar características de cada lugar en el que vivió. Antes de ser convocado por Gustavo Santaolalla para sumarse a Bajofondo, tocaba música electrónica en Francia. Previo a eso, formaba parte de Plátano Macho (contemporánea a Molotov y Cypress Hill, entre otras), banda de hip hop uruguaya que junto a Peyote Asesino sentaron precedencia del género en el lugar.


Supervielle fue parte de la vanguardia en dos estilos por estas tierras del sur: con Plátano en Uruguay y Bajofondo en Argentina, colectivo con el que grabó tres discos y en el medio colaboró con diversos artistas de habla hispana como Jorge Drexler. Tiene 35 años y pinta de pibe. Si lo escuchás sin verlo difícilmente te imagines a alguien parecido a él. Pero recordemos que estábamos en la noche del ensueño, cuando los estereotipos desaparecieron y las etiquetas también.

La sala estaba casi llena con público joven y adulto, apenas algunas butacas vacías se perdían por ahí. Fuimos a la segunda función y otras 500 personas ya habían disfrutado de la previa cuando a las 23:30, con el telón abierto y luces tenues, Luciano apareció.

Entre samplers y loopeos de su consola, hip hip, tango y electro, se mezclaron canciones solistas y otras de su autoría integradas en Bajofondo. El ejemplo más claro fue “Miles de pasajeros”, milonga electrónica que amalgama el rapeo con el drum and bass y lo complementa con un canto recitado (interpretado en Bajofondo por Santaolalla), arrabalero y tanguero, de timbre nostálgico y sonido nocturno, con dejos de reviente y humo. Otras que pueden destacarse de la lista que duró poco más de hora y  media son: “Indio”, “Baldosas mojadas”, “Pa’ bailar”, “Forma”, “Grita”, “Mateo y Cabrera”, con el tema “Centrojá” como uno de los momentos pico. En el mismo se samplea el relato del periodista y locutor Víctor Hugo Morales sobre un gol de Uruguay, que dentro de la canción funciona como un instrumento más e interactúa en contratiempo con el violín y el bandoneón.


En el repertorio  también se incluyó la versión en francés de “No soy un extraño” del disco Clics Modernos de Charly García. Este tema parece ser una gran confluencia de la historia musical y de vida de Supervielle. La traducción referencia a su estadía en aquel país, mientras que la letra representa las mudanzas constantes desde su niñez. Hay que destacar que el tema habla sobre observar el lugar de origen desde afuera y mirarlo con otros ojos, pero siempre sabiendo cómo es en realidad. Esta suerte de desarraigo fue lo que imprimió en él su multifacético gusto musical y capacidad para alimentarse de todo lo que se cruce en su camino de experimentación.

La parte visual del show estuvo integrada a la música y las facetas de las composiciones parecían estar representadas en cada intérprete. Luciano en el centro, sencillo y casual. En los laterales lo acompañaba medio Bajofondo: Javier Casalla en violín y Martín Ferrés en bandoneón - talentos con toda la personalidad del tango impresa en sus portes - Gabriel Casacuberta (ex Peyote Asesino), productor, bajista y contrabajista con actitud más rapera, junto a lo más convencional del gran Franny Glas en voz y guitarra y Roberto Rodino en batería.



Las secuencias, el hipnotismo, minimalismo y loopeo fueron las características centrales de la presentación. El sonido fue casi impecable a excepción del bajo, al que le faltaba presencia, volumen y definición para cumplir su función y complementar una base sólida.

La actitud de la banda, en este caso literalmente, es un punto y aparte. Mucho agite y energía, sobre todo del bajo, violín y bandoneón, quienes metieron baile, saltos y pusieron toda la garra para contagiar al público. Y su respuesta por supuesto fue de lo mejor. Con las tocatas más al palo la gente se paró y empezó a moverse, mientras que en los laterales de la sala se armaron grupos que empezaron a saltar como en una fiesta electrónica a las cinco de la mañana.

Luciano, musicalmente exquisito, terminó cada canción con aplausos hacia los presentes y a la banda zarpada que lo acompañó en una noche por demás auspiciosa, con una segunda función planteada a último momento y casi mil personas que flashearon (flasheamos) con su show.

                                     ¡Hasta la próxima!
Juliana D. Biurrún
Fotos de Andrea Jara.
Texto publicado en http://www.comahuerock.com.ar/



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