Miguel Zavaleta en Neuquén

El ex Suéter mostró su histrionismo desprejuiciado en Teatro del Viento. “Mi karma es que siempre me van a seguir los locos”, aseguró.

                                                  

         Miguel Zavaleta  presentó su disco solista, “No lo sé, suerte quizás”, el domingo 17 en Teatro del Viento. Lo acompañaron como banda músicos regionales y la cita fue temprano, los productores se acordaron que al otro día había que madrugar. En una noche de cena y rock ochentoso, cerca de cien personas se distribuyeron entre cervezas y empanadas en las mesas del teatro que alberga a gran parte de la movida independiente de la ciudad.

Cerca de las nueve y media dos bandas soporte aceitaron el evento, hasta que a las diez y media apareció Zavaleta en escenario. El clásico re clásico del rock nacional, “Vía México”, fue la encargada del puntapié inicial. El sonido enquilombado del principio debió volver loco al operador desde los controles, pero como buen hacedor le llevó entre una y dos canciones acomodarlo. Después llegaron, “Él anda diciendo” y “Amanece en la ruta”, entre otros de su etapa con Suéter, intercalados con temas de su trabajo solista para despedir la noche con el clásico mayor, “Extraño Ser”.

La agrupación con la que trascendió el under imprimió varios hits durante una historia de aceptación ciclotímica. Cuando comenzaron allá por el ‘81, el público que los seguía era reducido. Hacia 1985 con la salida del tercer disco, “Veinte caras bonitas” (producido por  el maestro Charly García), los valores de la difusión se pusieron del lado de los rockeros argentos y la historia comenzó a cambiar. “Recién a partir de los ’80 ser músico de rock fue algo honorifico, incluso exagerado. Pasamos a ser como héroes. La gente aplaudía, éramos un ejemplo y lo ligamos de rebote,  pero bien, pasamos a ser el símbolo de la Argentina callada de los ‘70. Tanto cariño de golpe y casi sin merecerlo… fue un buen momento”, explicó Zavaleta recordando aquellas épocas en las que la inestabilidad parecía aplacarse y los adeptos comenzaban a sumarse con masividad.

Durante esa trayectoria fluctuante de aproximadamente diez años, parieron canciones que continúan sonando hasta hoy y que los jóvenes más jóvenes las conocen cuando las escuchan, pero muchas veces cuando se les pregunta por su autor no tienen ni idea. Son casos en los que los temas toman vida propia y parecen trascender al artista. Los nombrados anteriormente, “Extraño ser” (con Andrés Calamaro como invitado en voz), “Vía México”, “Él anda diciendo”, “Amanece en la ruta”, son algunos de ellos. ¡Que tire la primera piedra quien no se las sepa! Son clásicos que aparecen en cuanta versión vieja de compilados de rock nacional haya y que se mantienen vigentes en la actualidad en una aparente función transgeneracional.  

Zavaleta compartió su gusto por los clásicos tocados en vivo y aseguró como músico, ponerse siempre en el lugar del espectador: “Siempre quiero tocar mis clásicos. Me acuerdo de cuando era espectador y quería eso de los artistas, a Spinetta siempre le pedía Muchacha. Es tan hermoso ver a la gente cantar una canción mía. Y me encanta que escuchen mi música, aunque mi karma es que siempre me van a seguir los locos”. 

El músico resultó ser un personaje sumamente histriónico y divertido, que con su voz parchada por la vorágine de tres recitales consecutivos seguidos por los rituales del rock (entiéndase “reviente post presentación”), no perdió la alegría durante el show ni dejó pasar ratos de cuelgue verborrágico en aparentes sin sentidos. Por ahí no se entendía bien el contenido de su mensaje, pero la intención de su expresión quedaba clara. No le importaba decir cosas con las que la gente pudiera pensar que se le habían “volado los patos”; muy por el contrario, mostró los berrinches de su personalidad con la seguridad de quien en apariencia no guarda complejos. Y, como cada vez que alguien actúa sin prejuicios y la certidumbre de saber quien es, el resultado fue bueno. A los que presentes no nos quedó más que reírnos sin aires de burla por los dichos  impredecibles que salían del artista con anteojos estilo Lennon y pantalón escocés que protagonizaba el escenario. 

Sobre el disco y el vivo

Si bien el disco es del 2011 tiene el estilo típico de los ’80, característica que se reprodujo durante la hora y media que duró el recital. Este es un rasgo de la esencia musical de un artista que supo codearse y formar parte de los grandes del rock, para guardarse un lugarcito entre la lista de esos rockeros que hoy, treinta años después, merecen el reconocimiento del mérito en su trayectoria. 

“No lo sé, suerte quizás”, fue galardonado con el Premio a la Composición por el gigante Sadaic (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), reconocimiento que lo llena de orgullo y le marca la pauta de que el emprendimiento fue por buen camino. “Me llama la atención que me llaman y me dicen, ‘me encanta el tema tal’, otro me dice que le gusta tal. Es un disco muy parejo, tiene hits. Sé que quien trabaja conmigo se queda tranquilo, porque si no tenés algo que empiece y tenga gancho, no van a trabajar con vos”, explicó Miguel.

El disco no se consigue pagando 30, 40 ó 50 pesos en los locales distribuidores. Entre “gil y revolucionario”, como él mismo se definió, decidió democratizar su música y colgarla en la web para que sea el canal de distribución. “Lo único que quiero es que la gente escuche mi música. Algunos me consideran un revolucionario y otros me consideran un gil. Estoy en la mitad. Internet tiene posibilidades de ir al interior y al exterior. Nada está regalado y lo que viene regalado se va rápido. Vamos a hablar de famas efímeras como la del Pulpo Paul”, ejemplo que recordó también anoche durante la presentación, cuando un bache de silencio por una falla del sonido lo obligó a poner en práctica sus dotes de orador intrépido.

Y así pasó por acá esa voz clásica del rock nacional, con la bizarría de un loco sin complejos y la seguridad en la falta de vergüenza de quien no tiene reparos en decir, “me olvidé la  canción que sigue (pero que ya me voy a acordar)”, para coronar la frase con una gesticulación payasesca devenida en las carcajadas de quienes esa noche, nos debatimos entre cervezas, empanadas y rock. 

¡Hasta la próxima!

Juliana D. Biurrún
Fotos de Caro Monte

Aclaración. Las declaraciones fueron extraídas de la entrevista producida para DM, Magazine de Televisión Central.
- Nota publicada en el sitio www.comahuerock.com.ar

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