El sensei del trombón en suelo argento

           El trombonista jamaiquino más destacado de los últimos tiempos, Rico Rodríguez, se presentó el pasado domingo 5 de septiembre en el boliche de la "sin city" porteña, Niceto Club. En esta oportunidad, los argentinos de Dancing Mood le oficiaron de banda acompañante.
 
           Los santafesinos de Sig Ragga estaban encargados de la apertura, y pasadas las 20.30 marcaron el primer acorde de la noche. Si bien están catalogados como músicos de reggae, al momento de escucharlos el espectador se encontró con un despliegue de melodías un poco más complejas de clasificar. Fluctuaciones entre sonidos arabescos y ritmos gitanos; por momentos melódico melosos y de a ratos un poco más reggae. Fue así como recibieron al gran Rico, quizás no con el estilo esperado, pero sí con sobrada aptitud musical. 

           Cuando finalizaron, las luces del escenario se apagaron para dejar en penumbras al sector durante un poco más de media hora. El primer instrumento se escuchó y los gritos de los presentes sobresalieron con entusiasmo de Superclásico. Una filade casi quince músicos se ubicó en su posición. Era Dancing Mood lista para recibir a Rodríguez. Sin escatimar aplausos, el público lo albergó con temperatura de mercurio; y así con paso lento y trombón en mano avanzó Rico.
            
           * En honor a la verdad, una batahola de emociones se apoderó de las almas presentes aquella noche. Mezclas inseparables entre admiración y dejos de nostalgia al ver al ya pequeño Rico de 85 años, soplar con enorme fuerza para robarle un sonido rasposo al viento. Cuando lo hacía su cuerpo temblaba, literalmente. Sus melodías se entrecortaban y se asomaban con timidez para completar con excesos de sobriedad algún compás. Fueron aquellos momentos en los que Rico “le puso huev*s” al asunto en los que se mostró tan fuerte y débil a la vez, los que arrancaron todo tipo de sensaciones. Sin dejos de falsa objetividad, fue conmovedor verlo en acción. Fue sentir y escuchar la historia pasar a través de él. Y aunque la historia no se escucha, él la hizo sonar. 
           Con respecto a la globalidad musical de la noche, un punto importante a destacar es que el show fue “muy Dancing Mood”. Si bien la agrupación incluye canciones del legendario Rico en sus presentaciones, muchas de ellas fueron usadas en el recital del domingo; lo que por momentos, dio sensación de presenciar un espectáculo de la banda y no una actuación en esencia del jamaiquino. Esto se evidenció en la selección de temas entre los que no se incluyeron clásicos de Rico - tampoco tocados por Dancing Mood -.
           El todo contra las partes

           A nivel nacional, una de las bandas por excelencia para acompañar a Rodríguez en el escenario era Dancing Mood. Ella es conocida dentro de este universo musical no sólo por su impecable despliegue y el virtuosismo de sus músicos, sino también, por su capacidad de empatía con el público. Quien escuchó sus discos, sabe que es casi inevitable quedarse quieto a medida que avanzan los tracks.
           Paradójicamente, esta big band responde perfecto a la premisa de que “el todo es más que la suma de las partes”. En comunión son eso, un grupo impecable, completamente armónico, sólido, afinado, prolijo y de calidad. Por el contrario, al momento de destacar la individualidad, el todo que son en conjunto los superó por separado.

           Esto no le quita mérito a Dancing Mood, quien tiene un lugar más que ganado en el género, y quien nos va a gustar desde antes hasta siempre, aunque hagan una y otra vez "covers de versiones", como dijo alguna vez un músico del mítico San Telmo.

Juliana D. Biurrún

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